¿Recordáis que os recomendé visitar la exposición de SOROLLA, EL COLOR DEL MAR?

Pues si podéis ir, no dejéis de hacerlo. ¡¡Es realmente fantástica!!. Y todavía estará hasta el 20 de Octubre.

Azul turquesa, verde esmeralda, cristalino, brillante, silencioso y en continuo movimiento…  la luz de los cuadros de Joaquín Sorolla me enamoró completamente. Fuimos con mis hijos, César y Sofía, y su amiguita María. Y era digna de ver la expresión de admiración de las dos niñas a sus nueve años. César todavía es demasiado pequeño y disfrutó más de los espectaculares jardines de la Casa Museo Sorolla.

Su obra refleja la fascinación que éste sentía por la luz y el mar.  Sorolla tenía la necesidad de sentir antes de pintar, para ello, trabajó a pie de playa durante horas sin importarle en absoluto el sol abrasador de los veranos mediterráneos.

Nacido en Valencia, Sorolla volverá una y otra vez a su tierra natal para pintar sus playas y acantilados, así como las playas del norte de España donde solía veranear con su mujer Clotilde y sus tres hijos, María, Joaquín y Elena.

Algunas de las obras son muy conocidas como El Balandrito o Nadadores,  pero otros muchos dibujos y cartones de apuntes se muestran por primera vez completando esta preciosa exhibición. Durante el recorrido también podréis ver los pinceles originales con los que Sorolla trabajaba, sus tubos usados de óleo, los cubiletes con aguarrás para limpiar las herramientas…

Sorolla supo captar como pocos el ambiente de las playas de España.En el Norte, el agua se torna grisácea como vemos en las obras dedicadas a La Concha de San Sebastián, el cielo se muestra  inestable y la luz es más pálida .

En Levante, en cambio, un ambiente muy distinto. Bajo un sol brillante, aguas verdosas y arena dorada, retrata a los hijos de los pescadores desnudos entretenidos en sus juegos a orillas del mar, a las mujeres de los trabajadores esperando con sus bebés en brazos a sus familiares o que llegara la pesca para llevarla al mercado y a las jóvenes vistiendo sus batas de algodón tras el baño.

También os dejo unas fotos de los frondosos jardines del museo donde después de ver la exposición nos sentamos un ratito a relajarnos.